El Diario de NetSeeker

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Encogido: bajo una lluvia tan sutil como una erupción de volcán, un niño se encoge y envuelve sobre sí mismo. Hace frío, pero hace mucho que ya no lo siente. Las ropas rajadas que cubren sólo algunas partes de su cuerpo son sólo una muestra a escala de lo rajado que está por dentro.

Parece pasar el tiempo como el soplido de algún dios.

Y los años solo han traído tierra en la piel, como el rocío a la flor. Pelos sucios, enredados: tullidos como los huesos de aquél que ya no disfruta de la infancia... envuelto y con los brazos cruzados ¿Abrazándose? No... Está sucia su cara de barro (La tierra que trae el tiempo y el agua del llanto) y el pelo ha crecido, incluso en su cara. Arrollado, como una piedra de piel y carne... Aún la lluvia no cesa, aún sus manos no se descruzan.

Pasa el tiempo, pasa como el grito de un guerrero en una batalla olvidada.

La musculatura endurecida por el tiempo se ablanda, y los cabellos fuertemente negros y entretejidos se enblanquecen: se pierden en los susurros del tiempo ventoso y se van donde nunca más podremos encontrarlos. Pero... sus brazos se aferran, cuando la fuerza falta, es capaz de romperse la piel y dejar fluir su sangre a la tierra, que como esperando ser alimentada, la bebe y sacia su sed. No suelta lo que abraza... incluso... saca las telarañas de su garganta para reir... los balbuceos.

Pasa el tiempo como la helada voz de la montaña lena de nieve y hielo: cala los huesos.

Pura piel y huesos. No tiembla, por que no se ha movido en años... A veces parece faltarle la fuerza para aferrarse, pero la saca de los días que le quedan por vivir... las costras de las costillas están pegadas a los dedos, como haciendo una cadena sin fin entre su pecho y sus manos (Burlándose de la eternidad, por que el mismo sabe que algún día se habrá él de acabar).
Y cuando menos lo esperaba, la vida (mejor dicho, la muerte) deja caer su pesada presencia sobre el montón de huesos que antes llamamos héroe, y en una sola broma mortal, se acaba.
Estirado, por primera vez en su vida, deja ver su secreto tesoro: una piedra afilada... sílex le llamaron sus padres... una piedra tallada y erosionada, triunfante frente a las demas... con una forma extraña, parecida a un corazón.
Apretado, abrazado, guardaba su corazón de piedra un niño que nació sin uno de carne.

100 años duró su cruzada inmóvil. 


--j.a.