El Diario de NetSeeker

Estoy dejando que la música me traspase, me atraviese y me deje marcas que serán eternas en los demás. Me permito aislarme por que no quiero tener que odiar a las personas ignorantes que creen que esto es una rabieta o un enojo. Le doy permiso al universo como para que me muestre en unas horas que fue, es, y será de mi vida. Accedo a que mis músculos tiemblen por que acá afuera hace frío.
Así es como llevo 2 horas plantado acá, sentado, viendo en milésimas partes lo que ha sido mi vida… lo que es y lo que debo esperar.
Me senté con la finalidad de esperar a que alguien se me acercara; no dijera nada, sólo me acompañara. Taladraba mis oídos con música de Weichafe y La Renga sólo por que me ayudan a clarificar más hacia adentro, y me ayudan también a nublar hacia afuera. Comencé a temblar hace más de una hora. Pálido, húmedo y frío me encuentro. Mis ojos se posan un segundo en todo, y todos los segundos en la nada. Vi pasar a muchas personas…
Muchas personas que no conocía, y ellos jamás supieron que fue de mi ni yo de ellos. Hubo un grupo de personas en las cuales no se posaron mis ojos, sino que mi resignación, y la aversión mutua otra vez dijo sí. Hubo un grupo de personas que en ires y venires me saludaron, a lo que yo respondí con un típico “Amor y Paz”. Comencé a sorprenderme cuando apareció un grupo de personas que pasaba una y otra vez, personas en las cuales busqué una sonrisa y no encontré más que espaldas. Me habría dolido en otro momento. Un pequeño grupito de personas se me acercó, tímidos, danzaron y cantaron cerca de mí, pero sin interrumpirme. En ellos me encuentro agradecido, pues en ellos se que tendré apoyo. Más, sólo estuvieron un momento ahí. El frío ahuyentaba a todos menos a mí, parece. Temblaba cerca de mi esquina y otra vez me sorprendí… de donde más esperaba aceptación recibí otra vez espalda. Insisto, me habría dolido en otro momento.
Recibí una visita, la tentación de cambiar. Una meditación interna, una conversación, un griterío, unas manos estrechándose y el final de esa tentación. No, no cambiaré.
Lamentablemente, si una de las consecuencias de ser “así” en mi es esta soledad que trasciende todos los grupos… esta falta de respuesta cuando pido algo… pues que así sea.
La claridad que tengo a veces, no la quiero perder. Mi aislamiento natural con todo lo que parece sociedad, no lo quiero perder: mi manera particular de ser parte de ella, tampoco la quiero perder. Hay un montón de cosas de mí que si quisiera cambiar… pero resulta que pese a que no me traen más que dolores como este… tampoco quiero perderlas.
Sólo se que tras este frío que me regaló el universo, las muecas musculares por el hielo en el aire, las máscaras frágiles que me puse para ver si alguien trataba de sacarlas (y no sucedió) saqué en consideración que no haré esto nunca más. Mierda, igual duele.
Mi instinto pseudo-masoquista por fin me dio algo que es una verdad encapsulada. Al final del día, cuando ya las sonrisas de los grupos se han ido, los abrazos amistosos momentáneos se acabaron y las bromas de todo que nos mantienen despiertos a veces se secaron… al final del día siempre vuelvo solo a mi casa.