Eran más de las siete. Debía estar en otra parte, no importa ya donde, en cualquier lugar. Cerré los ojos, quizá fue un segundo, pero no más. Un respiro profundo, cargado de melancolía. Sollozos y escalofríos de conectarme con mi sentir. Dolió cada una de mis cicatrices; esas que cuentan historias de días mejores, pero con finales abruptos.
Mis labios, testigos de cada uno de mis dolores, se volvieron a abrir y la sangre brotaba como el agua de un manantial.
Un punto. Una uña que parece rasgar el tiempo. No había dolor, no había sangre. Mi piel tan blanca no era nada frente a el aire y los olores de ese lugar... no era luz, más bien era una oscuridad como la que hay en la mente. Paz.
Ahí estaba yo, pero no era yo. Su nombre es Alejandro. nació junto conmigo. Se mantuvo de embrión en mi cabeza. Congelado, quizás medio muerto, nunca se desarrolló. O por lo menos eso creía.
Una vez, que estube solo como nadie, por que decidí dejar de lado a los amigos... decidí dejar de lado a la familia... en una explosión de mi carácter; lágrimas y rabia, apareció. No se presentó, no dijo una sola palabra, pero siempre supe quien era.
Yo, Jorge, siempre me motivé por los valores que me enseñaron. Convencido de que la vida era una batalla, había decidido lucharla como un niño... inocente y con la verdad siempre por delante.
Él, Alejandro, el adulto que nunca llegaré a ser. Sin moral, indiferente a los prejuicios de los demás. Frío y calculador. Siempre se muestra enojado, aunque no lo esté. Tiene, sin embargo, una diferencia fundamental con Jorge... Alejandro no se enamora de nadie. Es un desencantado de la humanidad y no le interesa estar acompañado... de hecho, prefiere mil veces andar solo por la vida y hacer las cosas a su manera.
El detalle, es que en esa ocasión, Alejandro vino a salvarme de mis penas, y lo logró.
Estábamos ahí, no me quedó claro si eramos dos o si eramos el mismo pero en dos... Lo que sucedió poco puedo recordar. Hubo silencio, y el aire se puso fresco. Hubieron gritos, y la paz se destripó. Hubieron recuerdos, y los músculos descansaron.
Habían dos personas idénticas paradas una frente a la otra. No, habían dos personas y una le apuntaba con un arma a otra que se arrodillaba a pedir perdón. No, tampoco, era un padre y un hijo que se abrazaban. ¡Tampoco!... ya no me acuerdo...
// Sucedió que un pequeño niño, cansado de sufrir los embates de los prejuicios de un montón de gente que no lo conoce, y de probar el veneno tardío de vívoras que marcaron su comida salió una tarde a caminar en su mente... Saltaba feliz (Sabía ser cínico) y hacía equilibrio en la vererda de su imaginación siempre que podía. reía a carcajadas cada vez que veía desprenderse mariposas del cielo. Ahí,en el parque vío una silueta familiar.
Fue así como la silueta se volvió a casa, dejando en latencia de vivir al pequeño niño (quien hasta hoy aún no sale de ahí). Se volvió a casa por las sombras que proyectaban los árboles en las calles. nadie lo vio irse de ahí, pero usurpó el lugar de el niño... o sólo eso creemos... //
Mis labios, testigos de cada uno de mis dolores, se volvieron a abrir y la sangre brotaba como el agua de un manantial.Un punto. Una uña que parece rasgar el tiempo. No había dolor, no había sangre. Mi piel tan blanca no era nada frente a el aire y los olores de ese lugar... no era luz, más bien era una oscuridad como la que hay en la mente. Paz.
Ahí estaba yo, pero no era yo. Su nombre es Alejandro. nació junto conmigo. Se mantuvo de embrión en mi cabeza. Congelado, quizás medio muerto, nunca se desarrolló. O por lo menos eso creía.
Una vez, que estube solo como nadie, por que decidí dejar de lado a los amigos... decidí dejar de lado a la familia... en una explosión de mi carácter; lágrimas y rabia, apareció. No se presentó, no dijo una sola palabra, pero siempre supe quien era.
Yo, Jorge, siempre me motivé por los valores que me enseñaron. Convencido de que la vida era una batalla, había decidido lucharla como un niño... inocente y con la verdad siempre por delante.
Él, Alejandro, el adulto que nunca llegaré a ser. Sin moral, indiferente a los prejuicios de los demás. Frío y calculador. Siempre se muestra enojado, aunque no lo esté. Tiene, sin embargo, una diferencia fundamental con Jorge... Alejandro no se enamora de nadie. Es un desencantado de la humanidad y no le interesa estar acompañado... de hecho, prefiere mil veces andar solo por la vida y hacer las cosas a su manera.
El detalle, es que en esa ocasión, Alejandro vino a salvarme de mis penas, y lo logró.
Estábamos ahí, no me quedó claro si eramos dos o si eramos el mismo pero en dos... Lo que sucedió poco puedo recordar. Hubo silencio, y el aire se puso fresco. Hubieron gritos, y la paz se destripó. Hubieron recuerdos, y los músculos descansaron.
Habían dos personas idénticas paradas una frente a la otra. No, habían dos personas y una le apuntaba con un arma a otra que se arrodillaba a pedir perdón. No, tampoco, era un padre y un hijo que se abrazaban. ¡Tampoco!... ya no me acuerdo...
// Sucedió que un pequeño niño, cansado de sufrir los embates de los prejuicios de un montón de gente que no lo conoce, y de probar el veneno tardío de vívoras que marcaron su comida salió una tarde a caminar en su mente... Saltaba feliz (Sabía ser cínico) y hacía equilibrio en la vererda de su imaginación siempre que podía. reía a carcajadas cada vez que veía desprenderse mariposas del cielo. Ahí,en el parque vío una silueta familiar.Fue así como la silueta se volvió a casa, dejando en latencia de vivir al pequeño niño (quien hasta hoy aún no sale de ahí). Se volvió a casa por las sombras que proyectaban los árboles en las calles. nadie lo vio irse de ahí, pero usurpó el lugar de el niño... o sólo eso creemos... //
Alejandro volvió.
1 comentario(s):
...
uta niño
me gusta como escribes...
esque siento que toda tu
alma ta puesta en tus palabras
pero ovio
falta mucho por descubrir
Una vez, que estube solo como nadie, por que decidí dejar de lado a los amigos... decidí dejar de lado a la familia... en una explosión de mi carácter; lágrimas y rabia, apareció. No se presentó, no dijo una sola palabra, pero siempre supe quien era.
Yo, Jorge, siempre me motivé por los valores que me enseñaron. Convencido de que la vida era una batalla, había decidido lucharla como un niño... inocente y con la verdad siempre por delante.
Él, Alejandro, el adulto que nunca llegaré a ser. Sin moral, indiferente a los prejuicios de los demás. Frío y calculador. Siempre se muestra enojado, aunque no lo esté. Tiene, sin embargo, una diferencia fundamental con Jorge... Alejandro no se enamora de nadie. Es un desencantado de la humanidad y no le interesa estar acompañado... de hecho, prefiere mil veces andar solo por la vida y hacer las cosas a su manera.
a su manera...
:)
creo que ya no rechazare conocerlo
igual...
lo estoy aprendiendo a conocer
por medio de lo que escribe
pero falta mucho
mucho
por conocer
cuidate mil
besitos
bye
vivi :D
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