El Diario de NetSeeker

EL ESTRELLADOR

Caminaba como caminaba desde hace miles de pasos, hace miles de días. Caminaba por donde sólo caminaba solo, también. Transcurría la historia como la más cruel rutina de paso tras paso y se me fue olvidando contarlos… Transcurría y transcribía cada pedazo de sombra que se despegaba de mis pies en un bolsillo de mi chaqueta. Respiraba y hacía figuras con el vapor que salía de mi boca, y hacía figuras con las figuras infinitas que estaban en mi cabeza rebotando; al mismo tiempo. Desvariaba como hacía miles de lunas, de soles y de primaveras que no podía, o podía pero no quería manchar en cuello de la camisa con transpiración-efecto del arduo trabajo de sólo dejar llevar la mente más allá del cerebro en un día lleno de smog y donde la polución se me pegaba en el espacio bajo mi nariz y antes de mi boca. Hacía todo esto y me sentía feliz… tan feliz y cansado: el día en la oficina me había matado por lo menos unas 300 neuronas.
Un tipejo muy desteñido se me apareció entonces. Parecía medio transparente, ¿o era que los lentes estaban medios empañados? Diablos, de que hablo, si yo jamás he usado lentes. En consecuencia… El tipo era de un transparente desteñido. Caminaba directo hacia a mí, cuando mi instinto asesino saltó como un conejo hacia la luz de un automóvil en una carretera (claro está, mi instinto asesino no era el que iba a morir… ja ja ja ja…) ¡Pero! Que cosa… el tipejo se paró de golpe, y ahí, en medio de la calle, sacó un tarrito metálico manchado de pintura blanca y un pincel con pocos pelos. (Como imaginarás, mi risa sádica se apagó) Tomó el tarro y en una especie de baile, como algo que hacía con mucha distinción (y muchas veces) sumergió el pincel en aquel tarrito… y de un golpe (igual de distinguido) azotó el pincel contra el aire, salpicando de pintura blanca todo el lugar…
- ¿Qué hace usted? – Pregunté bastante amablemente (Se me habían ocurrido un par de garabatos bastante hirientes)
- Hago lo que hago, como lo he hecho cada noche, nada más – respondió.
- ¡Ja ja! – Busqué el tono más irónico y sarcástico que tenía guardado para hablar sólo con mi jefe…
- Le recuerdo señor, que usted trató de agredirme. Yo sólo estoy haciendo mi trabajo. –
- ¿Agredirlo? ¿Yo? –
- Así es señor, no se me venga a hacer el que no entiende… Los rasgos de enojo de su cara quedaron marcados por el hollín del aire a esta hora… además, vi en sus ojos las ganas de ver sangre mientras me miraba, señor….
- (Mientras decía aquello mis puños se apretaban. No podía entender como podía salir a la calle y mostrarse tan así, tan transparente… ¿que se creerá?) – Mffffffff…. – Bufé mientras me daba cuenta de que lo que decía era verdad. Me resigné a callar mis juicios y a sonreír una mueca dura y tosca…
- Seguiré haciendo mi trabajo, sino la noche no sería lo mismo. – Dijo.
- ¿Qué hace? Si se puede saber – Pregunté como para romper la tensión…
- ¿Acaso no lo ve? Pinto las estrellas del cielo… Y no soy como mi predecesor. Yo lo hago gratis… -
- ¿Perdón? –
- No se haga el que no entiende. Sabes desde siempre que alguien debía hacer este duro trabajo… y heme aquí. Soy yo. Tu héroe de infancia. –
- Ja ja ja ja ja ja ja ja – Reí con ganas –
Y así el viejo avanzó un poco más, volviendo a hacer su rito ridículo con el cielo. No tenía nada que hacer en casa, así que lo seguí. Tenía muchas ganas de romper ilusiones ese día…
- No sea tonto. Las estrellas son la visión de planetas lejanos… No son obra de usted y su ridícula puntura. – Argumenté.
- ¿Quién dice eso? – Dijo sin inmutarse.
- Yo ………………………………………………………………… - dije.
- Mffffff – refunfuñó.
- y los científicos, y los astrónomos…
- La ra ra ra – Tarareó mientras volvía a remojar su pincel en el tarrito. –
- Y se sabe desde tiempos de los griegos, ¡viejo tonto! – Dije ya con rabia.
- Señor – dijo. ¿Ve usted a los griegos por acá?
- ¿Qué?
- ¿O a los científicos o a los astrónomos? – completó.
- Emmm, no, claro que no. – respondí acelerado.
- ¿Quién prende las luces del cielo que permiten ver esos planetas lejanos entonces hijo? No hay ni griegos ni astrónomos ni científicos por acá…
- ¡No sea idiota! Eso es un fenómeno natural.
- Ya… o sea, que según usted, mi trabajo no sirve de nada…
- Usted lo ha dicho – Dije, recuperando mi tranquilidad.
- Ya… -
- ¡Deje de decir eso! – Escupí saliva de rabia.
- Hijo. Imagínate como sería una noche sin estrellas… La luna estaría tan sola allá arriba… -
- Viejo imbécil, que no se da cuenta… ¿Ha tratado usted dedejar de “pintar” sus estrellas? ¡Saldrán de todas maneras!
- Ya… Eso es lo que tú crees…
- Viejo tonto, trate de no pintar más estrellas, seguirán saliendo…
- Hijo, ¿que haces tú?
- Trabajo, en una oficina. Hago informes de finanzas…
- Y ¿que pasa si tú no haces tus informes mañana?
- Me despiden.
- Lo mismo pasa conmigo, pues…
- Ah, viejo, no puedes ser tan idiota. ¡Se me acaba la paciencia contigo! ¿Acaso la luna te pidió que hicieras eso? ¿Acaso la luna es tu jefa?
- No, solo lo hago por hacerlo…
- Entonces, ¿Por qué sigues haciéndolo?
- Hijo, ¿por que haces tú tus informes de finanzas? ¿Acaso los agentes de la bolsa te piden que los escribas para arreglar el problema de la pobreza mundial?
- Claro que no, viejo idiota…
- Entonces, ¿Por qué no dejas tu trabajo?
- ¡Por que lo necesito pues viejo! ¡Necesito lo que ese trabajo me da! Vivo para trabajar y trabajo para vivir…
- Acabas de responder mi por qué con tu experiencia hijo. Adiós.
Así es como dejé de molestar a los viejos en las calles.

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Buscaba entre mis cosas, que postear, pero solo encontraba pedazos de melancolía.
(Eso no es poesía es verdad)
¿Acaso ese es mi estado de ánimo actual?




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Winamp dice: Roger Waters - Time
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